sábado, 14 de mayo de 2011

La lucha de intereses en una sociedad


La lucha de intereses en una sociedad

La Lucha de Intereses en una sociedad
Nuestra sociedad, por esencia y definición es libre y plural, abierta a todas las corrientes de pensamiento y de opinión que acepta el diálogo, el libre análisis y esta dispuesta siempre a considerar los puntos de vista contrarios y aun contradictorios, convencida de que nuestras instituciones nos dan la posibilidad de conjugar todas las corrientes de pensamiento en una sola unidad, unitaria y revolucionaria.
El análisis de las acciones y las acciones mismas nos han enseñando que con frecuencia cometemos errores al tratar de conjugar una unidad, dado que dentro de la misma, aparecen en forma espontánea los compromisos adquiridos antes de dicha unidad, lo cual nos conduce a una unidad rota de antemano, al rechazo de nuestros dirigentes, y al divisionismo político de años de trabajo.
Conocedores todos de que en cualquier sociedad siempre existirán cuestiones pendientes, contradictorias y de rechazo, reconozco que la unidad total nunca existirá, solo el apasionamiento y en forma posterior el arrepentimiento por el error cometido y con la fe de un cambio favorable del grupo al cual apoyamos y que nos defrauda una y otra vez, arrastrándonos con sus tendencias antidemocráticas y antipopulares a legitimar sus acciones y con ello al fracaso de nuestra convicción, de nuestra fe y el derrumbamiento del mito que de dicho grupo hicimos.
Cuando el mito y los dioses caen, es que sus pilares se sublevan contra ellos y es cuando me pregunto: Porque luchan unos hombres contra otros en el seno de una misma sociedad?
Las respuestas seguramente serán múltiples si reflexionamos en torno a sus acciones comprometidas con una autoridad ajena al grupo que representan y por consiguiente contraria a quien los llevó al poder.
Todo esto origina, al reconocer el error cometido, que nos convirtamos en revolucionarios, dado que nos vemos privados de lo que legalmente nos corresponde y de lo que con fe ciega apoyamos. Hoy nos damos cuenta de ello porque tenemos temor al castigo, a las represalias y hostigamientos, al influjo preponderante y prepotente de un grupo de personas que ostentan el poder que nosotros mismos le conferimos y me pregunto: Donde está nuestra causa, nuestra fe y nuestra bandera?
Una cualidad indispensable entre quienes luchan para mantener, recuperar o adquirir el poder, es el conocimiento exacto de sus adversarios; los actuales ya los conocemos y han quebrantado nuestra causa, fe y bandera, por lo cual es conveniente maniobrar con prudencia, reflexión y juicio critico para plantear una nueva opción, digna de conductas democráticas, de apoyo real a nuestra problemática, que imparta justicia y actúe con honestidad en beneficio de nosotros mismos, de nuestra institución;
en resumen una nueva opción en la cual podamos confiar plenamente, estableciendo una verdadera causa, fe y bandera; que no busque que unos sean elogiados, mientras que otros son envilecidos esgrimiendo el arma de la dirección coercitiva.
Nunca existen dentro de una sociedad solo dos grupos o fracciones, siempre encontraremos un tercero que actúa con falsedad e hipocresía, cultivando envidias, rencores y egoísmos, que ahora y siempre dividirán a los grupos y sus fracciones; no caigamos en el juego de los indecisos, ni nos convirtamos en uno de ellos, ya que seremos presa fácil de los cazadores perniciosos; actuemos con sentido de responsabilidad, de firmeza y decisión, y no existirá nada ni nadie que pueda detener, destruir u obstaculizar nuestra causa fe y bandera.
Para tener fe y alcanzar cualquier meta, cualquier bandera, no tengo, no conozco y no admito otro camino que la verdad, la honradez y la comunicación constante y fluida; por lo cual pediría yo, la colaboración, el apoyo y la coordinación de todos los miembros de la sociedad para reflexionar crítica y analíticamente y contestarnos las siguientes interrogantes:
¿Hacia donde me llevó el camino anterior?
¿Nuestras aspiraciones y expectativas fueron satisfechas?
¿Quién nos arrastró al fracaso o nos impulsó al éxito?
¿Se actuó con honestidad y justicia?
¿Fuimos elogiados o envilecidos?
¿Qué beneficios logré?
Seguramente estas interrogantes nos conducirán, si reflexionamos con honestidad, a nuevas interrogantes, y nos daremos cuenta de que nuestros representantes políticos no han llevado a cabo su papel e incluso se les ha esfumado.
¿A quien pues confiar la delegación de poderes y más aún, la representación de la existencia práctica y social de los intereses de la sociedad?
No debemos caminar a ciegas, ni traicionar nuestra identidad, debemos caminar firmemente por las rutas de la honestidad y la justicia; sabedores de que cuando un grupo se entrega en su esfuerzo por las causas justas y constructivas, no teme a los problemas y los enfrenta con decisión y honestidad.
Recordemos que solo los muertos están quietos y no hacen ruido; en cambio, los que estamos vivos tenemos y seguiremos teniendo problemas. Y quienes estamos seguros de nosotros mismos, de nuestros valores, de nuestra identidad, no tememos a los problemas cuando tenemos una causa, una fe y una bandera.
Dicho esto, pido que nadie se sienta ofendido, y si alguien quiere quedarse sentado a reflexionar un poco a cerca de este tema, que lo haga reflexionando serenamente, con autocrítica durante unas horas; que piense que ante todo ya posee una causa, una fe y una bandera. payta2@yahoo.com.mx
El pluripartidismo tripartita de dos partidos
sigue cabalgando en nuestro país en busca de la democracia
Crees que la encontrará?

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